Cuando aterrizamos en Melbourne ya era lunes por la mañanita (que manera de perder el tiempo embutidos en aviones!!). Nos montamos en un taxi y le pedimos al señor conductor (unga, unga!!) que nos llevara al Richmond Hill Hotel. Allí nos esperaba Mary (pronunciar Maeria con la erre desviada) que nos dio una cálida acogida, tal y como reza la publicidad del hotel. Nos pusieron en la habitación más tranquila que tenian, es verdad, la que miraba al parquing de atras, je, y nosotros, ni cortos ni perezosos, nos duchamos y nos fuimos a pasear!!
Hacia un calor del copón. De verdad, exagerado. El aire era caliente. Bueno, era caliente a ratos. No sé si por eso, o porque de estar tantas horas sentados ya teníamos los sentidos anulados, no notábamos mucho qué pasaba a nuestro alrededor. Supongo que todo era cuestión de cansancio...
Y para no perder comba, porque teniamos la sensación de no haber hecho nada mas en los últimos tres o cuatro o cinco dias que comer y estar sentados, pero también porque no debíamos poder con nuestra alma, nos sentamos en un restaurante... unga! unga! cómo puede ser que no sepa decir ni coca-cola!!!!!
La foto BYO wine only no tiene desperdicio: las siglas son "Bring your own" wine. Parece que es carillo aquí, y está permitido en muchos restaurantes que tu te traigas tu vinito de casa. Rollo botellón, no?. Pero a mi me llamó la atención el tema horarios: fijaos, tienen clara la hora de apertura, pero están abiertos... "til late"!! qué bueno!, como nosotras en el museo, eh Gemmeta!?