Entre éstos últimos estaba un local con mucho encanto, con nombre portugués y platos típicos españoles, argentinos y alguno italiano en el menú. Eso nos suele tirar patrás, pero el sitio nos parecia tan bonito, y estaba tan bien situado cerca de otros que nos gustan mucho, que decidimos darle una oportunidad.
Resultado: bien. Si venís no os llevaremos, pero cuando llevas casi dos años sin comer polvorones o sardinas como las hace tu padre, pues ahí te saben mucho más ricos de lo normal. Tanto que les haces una foto. A los polvorones, a los alfajores que tenían al lado, y a la cocina con el mapa de los vinos de España. Las sardinas volaron. No me dio tiempo a hacer la foto.
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